-X-
Yo entiendo que solo el Dios encierro pudo querer esta tarántula cercándome en el cubo atesorado de mis neuronas, escupiendo su telaraña sobre mi corteza cerebral, yo entiendo que solo buscaba orgasmo y luna y se hizo espeso el trago amargo de la desolación, se me hicieron enredaderas en el cuerpo, se me hizo ceniza el aire que respiraba y detrás de la lluvia escuché el sonido de un jinete cercándome. El sol, la playa, la arena, a todo le prendía fuego en abismos donde caían pestañas de un panal de moscas que salían de mi boca, todo se hizo piedra cayeron las estrellas la luna y su relámpago sonaron las trompetas del amanecer y me sondearon espectros desde la colina de la verdad y caminé en dirección contraria hacia el espejismo.
Así también fueron los
días fértiles atestados de náusea sufragando en capitales extranjeras cayendo en peñascos, en escaleras en espiral aspirando el polvo
paralizador de un ángel que caía del cielo como de cien metros sobre mi espalda, y sobre mi boca vi un animal que vomitaba espuma, un animal preñado de miedo preñado de
niños amarrados al hambre. La historia el auge y su caída toda esa mierda era
una fracción amurallada de silencio con cadáveres insuflados de soberbia.
Fueron mutaciones y recortes de territorios de indígenas envenenados por el derrame de materia oscura hacedora de combustible fui todos ellos el negro el indio y el costeño, fui todos ellos el amo el esclavo
y el maestro, fui todos ellos el marido la esposa y el hijo, fui todos ellos.
Soñar o volver a la
conciencia de la vida de la absurda realidad de la vida tomar partida o partir de la realidad perdiendo la
luna o ser la bestia que se escabulle bajo pantalones y chaquetas de cuero con
calor de noche y humedad de luna llueve en el interior del cuarto y ya
soplaron los pliegues de una cueva hambrienta de una saliva que arde amarga
como el óxido. Nunca tuve ni dinero ni miedo nadie supo de mi hasta
hallarme en laboratorios infames entre el veneno y el orgasmo entre el edén y
el averno entre el cielo y la tierra nada está oculto y mi cuarto se volvía
una parcela de hechicería, de brujería donde el único afectado era yo mismo
agitando mi carne y mi esqueleto.
La locura fue una bandada
de aves negras que salían despavoridas de un árbol del árbol absurdo de la
realidad, atestado de humo hasta los sesos, corría por pasillos sin final donde
luciérnagas se me adherían al rostro, donde murciélagos me llevaban de los
hombros hacia calderas de lava y excremento. Así fueron los
fumaderos donde dejé la vida donde vi animales ansiosos volarse el seso hasta
despojarse de sus almas.
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