4 de enero de 2018

El LABRADOR MARINO


Jack London.

-XIV-

El espacio es el acuario de Dios y somos peces raros nadando hasta las orillas para volver al mar como las tortugas en busca de una madre, un padre o el alimento. Animal subacuático, navegó hacia la profundidad de su alma, sin tripulantes, sin salvavidas, sin rosa de los vientos, a la deriva, atraca en insólitas aduanas y se acuesta entre fantasmas que le merodean el cráneo como buitres golpeando con sus picos la puerta de sus pensamientos. Y continua cayendo la lluvia color verde neón, azul neón, rojo neón y todo se vuelve un tsunami de colores y formas que intentaba descifrar, como una secuencia lógica, como patrones de espías internacionales, como los lunares de tu espalda nocturna, como las pecas en tu rostro, como el color de tu cabello sumergido en tulipanes rojizos del alba, desde aromas duraderos a universo que apresa mi olfato, y el sudor que cae de tu cuello blanco. He vuelto para nombrar las cumbres, las playas, los volcanes, las islas, sobre este planeta besado sobre la frente con la boca fresca, como el intento de un hijo por detener el abandono de su madre, he vuelto.